EN BÚSQUEDA DE UN CRISTO MÁS HUMANO
EN BÚSQUEDA DE UN
CRISTO MÁS HUMANO
“No te quedes con los
brazos cruzados cuando la vida de tú prójimo corre peligro. Yo soy el Señor”
Lv. 19:16 b

El Cristo más humano que se espera, será una posibilidad
cuando los humanos que creen en Cristo empiecen a entender su humanidad y
decidan ser ellos mismos ser más humanos.
Las limitaciones a este objetivo tan indispensable, en
algunos casos responden a toda una herencia teológica, heredada por los varios
concilios y encuentros a puertas cerradas; en donde un grupo de hombres han
decidido por todo un amplio grupo de personas. Han decidido lo que se debe creer acerca de Cristo y cómo debe ser la
relación con este Cristo.
Jon Sobrino[1],
realiza un interesante estudio acerca de la fe en Jesucristo. En donde describe
la intención y función de varios Concilios, explica las resoluciones y
discusiones que se suscitaron en dichos conclaves. El autor busca llevarnos a
comprender a un Cristo más humano que dogmático, y para ello realiza un “Ensayo desde las víctimas”; su
intención sin lugar a dudas es descubrir a un Cristo más humano.
Explica Sobrino, los aportes y limitaciones de los varios
concilios de la Iglesia:
…las fórmulas conciliares son puntos de llegada,
que recogen y mantienen el inicio del proceso y su desarrollo. Son
significativas en cuanto son el final (aunque siempre provisional) de un
proceso de conocer que comienza en el Nuevo Testamento y, dentro de él, en los
textos que remiten a la vida y destino reales de Jesús, a lo que se
añaden—después— las interpretaciones teológicas que hacen de ello el Nuevo
Testamento y la patrística. Y terminan en la entrega de la razón al misterio.
(Sobrino, 1999 págs. 316-317)
González[2]
bosqueja los siete primeros concilios ecuménicos de la Iglesia:
Nicea 325
Constantinopla 381
Efeso 431
Calcedonia 451
II Constantinopla 553
III Constantinopla 680-681
II Nicea 787
Sobrino, realiza su estudio desde la realidad de los
primeros cuatro concilios. Destaca que en los tres primeros se resolvieron
temas como la divinidad y humanidad de Jesucristo; pero el cuarto (Calcedonia)
agregó un elemento nuevo al debate teológico: “La relación de lo humano y lo divino”.
El desafío de buscar a un Cristo más humano, radica
precisamente en hallar una relación significativa entre la resolución teológica
de un grupo de eruditos y los hombres y mujeres víctimas del dolor y el
sufrimiento humano en nuestros días. Calcedonia y cada uno de los concilios
generados en la historia de la Iglesia, dejan de ser pertinentes, si sus credos
no hayan cabida en la vida diaria de cada latinoamericano en su caminar hacia
la fe.
La relación de lo humano y lo divino, encuentra la siguiente aplicación en el pensamiento de
Sobrino:
Y la consecuencia es que desde entonces no
habrá otro camino que lo humano para ir a Dios, y también que todo lo
verdaderamente humano no dejará de ser camino a Dios. (Sobrino, 1999 pág. 297)
Las palabras de Sobrino surgen de la evidencia bíblica,
que nos dice que:
Dios decidió hacer hombre:
“Entonces
la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de
fidelidad y amor inagotable. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo
del Padre” Jn. 1:14
Dios decidió humanizar al hombre:
“…mi
propósito es darles una vida plena y abundante” Jn. 10:10 b
Dios decidió hacerse hombre para salvar a los hombres de
su inhumanidad, concepto que les ha llevado a: olvidarse del más débil, abusar
de los marginados, vivir sin principios de solidaridad social. Conceptos que
pueden caracterizar tanto a quienes hacen teología (sus conceptos de Dios no
hayan cabida con la realidad humana sufriente) y a quienes no la hacen (sus
prioridades están encaminadas a olvidarse de Dios y por ende de sus semejantes).
Partiendo del concepto nuevo generado en Calcedonia “La relación entre lo humano y lo divino”
y la evidencia bíblica “No te quedes con
los brazos cruzados cuando la vida de tú prójimo corre peligro”; se
intentará brindar recomendaciones para que la “búsqueda de un Cristo más humano” sea posible. Un Cristo que jamás
deja de ser Dios, y que tampoco deja de ser sensible a quienes enfrentan lo que
Él enfrentó (las limitaciones y complejidades de la naturaleza humana).
Un Cristo que anhela
instaurar su Reino, desde ahora y para siempre.
En ocasiones se ha citado el texto del Sermón del Monte
que habla de la llegada del Reino de Dios “Que
tu reino venga pronto[3]”, como un evento
relegado para un futuro incierto; cuando la realidad del Reino de Dios es real,
permanente y en constante avance.
Uno de los vacíos teológicos en los concilios, fue
precisamente el tema del Reino de Dios y sus implicaciones en la vida diaria.
Esta es la práctica en algunas comunidad eclesiásticas, se enfatiza la
humanidad y divinidad de Jesús; pero se olvida explicar, enseñar, orientar a la
misma comunidad acerca de la realidad del Reino de Dios, en medio de sus hijos.
El Reino de Dios y su instauración plena debe ser nuestro
anhelo “Él les secará toda lágrima de los
ojos, y no habrá jamás más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas estas
cosas ya no existirán más[4]”. Mientras el
Reino de Dios es instaurado plenamente, es nuestro deber como sus hijos,
instaurar en el presente su Reino desde nuestras realidades.
Podemos hacer que el Reino de Dios sea una realidad,
secando las lágrimas de aquellos que sufren en la sala de un hospital. Podemos
hacer que el Reino de Dios sea una realidad, asistiendo al que duerme en el
portón de una de nuestras urbes. Podemos hacer que el Reino de sea una realidad,
gastando menos para dar más.
Un Cristo más humano, es posible cuando tú y yo asumimos
el rol humano (instauramos desde nuestra realidad el Reino de Dios) y dejamos
que Dios cumpla el suyo (instaure su perfecto Reino).
Un Cristo que es
sensible al dolor de nuestras sociedades.
Uno de los textos más usados y a la vez más olvidado en
las comunidades eclesiásticas latinoamericanas es el que nos muestra la
compasión de Jesús hacia las multitudes. Mateo describe las emociones a flor de
piel de Jesús: “Cuando vio a las
multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como
ovejas sin pastor[5]”
Las comunidades latinoamericanas en las últimas décadas
han experimentado el dolor desde varias facetas: desplazados colombianos y
venezolanos que buscan refugio en tierras ecuatorianas; haitianos que intentan sobrevivir en un país
afectado más que por un gran terremoto, por sus malos funcionarios de gobierno;
cubanos que sueñan con poder salir y entrar de su patria de mayor conflicto. En
fin la realidad de nuestras comunidades es conocida.
Al Conocer esta realidad y ser los seguidores de Cristo,
surgen interrogantes ¿Qué tan sensible somos ante el dolor de nuestros hermanos
latinos? ¿Qué herramientas o recursos estamos usando para mostrar a un Cristo
más humano? ¿Se remueven nuestras entrañas al ver y ser parte de las realidades
descritas?
Un Cristo más humano es posible, al observar lo que
fundaciones como Samaritans Purse[6],
realizan a nivel mundial. Los voluntarios de esta agrupación cristiana nos
muestran que se es posible ser
sensible/humano ante el dolor de los refugiados sirios o ante la sequía que
enfrentan en Sudán.
Un Cristo más humano es posible, al leer testimonios de
vida de hombres como el Dr. Paul Brand[7],
que ha ejercido su profesión de cirujano entre los leprosos de la India.
Un Cristo más humano, es posible cuando tú y yo asumimos
el rol humano (somos más compasivos) y dejamos que Dios cumpla el suyo (muestre
su compasión a toda criatura).
Un Cristo que vive
una contracultura.
Cuando Dios decidió hacerse hombre fue directamente en
contra de lo normal, de lo entendido y comprendido por el género humano. Al
hacerse hombre, fue en contra de la lógica y de lo racional, desde las
perspectiva humana. No es normal que un dios tome forma humana y que de pasó se
rebaje a un estado de dependencia absoluta. En palabras de Sobrino, se diría:
Dios se pone a vivir a la manera humana, para
que el hombre aprendiera a vivir de manera divina. Dios se pone al nivel del
hombre, para que el hombre pudiera ponerse al nivel de Dios. (Sobrino, 1999
pág. 279)
Un Cristo más humano es posible, cuando sus seguidores
asumen su ejemplo y viven una contracultura. Un ejemplo de que este sueño sí es
posible, lo describe la vida de David Platt[8],
quien ha motivado a sus feligreses a vivir de manera radical. En uno de sus libros,
describe casos que van en contra de la cultura (médicos que renuncian a sus
empleos en los mejores hospitales del mundo, para ir a ejercer sus profesiones
con salarios bajos en países africanos en extrema pobreza).
Un Cristo más humano, es posible cuando tú y yo asumimos
el rol humano (vivimos una contracultura que afecta a nuestros semejantes) y
dejamos que Dios cumpla el suyo (nos enseña a vivir divinamente).
Un Cristo que es real
y posible de disfrutar, más allá de las fronteras geográficas.
El ser humano en su intención de conocer y descubrir a
Dios, ha caído en ocasiones en un error “mostrar
a los demás a un Dios exclusivo”. Los israelitas, se volvieron excluyentes;
los judíos, se volvieron excluyentes; los cristianos nos hemos vuelto
excluyentes.
Un teólogo asiático nos brinda una opción inclusiva, una
opción que rompe las fronteras territoriales, una opción en donde es posible
disfrutar de Dios, de su salvación, de su Reino. Sobrino a Pieris:
“Más bien la afirmación de fe de que Jesús
encarna el pacto defensor entre Yahvé y los oprimidos constituye una
cristología que puede traducirse en una praxis en Asia, y de hecho también en
cualquier otra parte del mundo. Tan sólo esta praxis convierte al cristianismo
en una religión universal” (1999, Págs.226-227)
Dios no está limitado a las estructuras religiosas, a las
resoluciones conciliares. Él es un Dios que camina junto a cada víctima, es un
Dios que intenta y busca ser descubierto desde la realidad de cada ser humano.
Un Cristo más humano, es posible cuando tú y yo asumimos
el rol humano (dejamos de ser exclusivistas y empezamos a ser inclusivos) y
dejamos que Dios cumpla el suyo (deja que los disfruten desde cada escena
geográfica).
El elemento nuevo provisto en Calcedonia “La relación de lo humano y lo divino”, debe
conducirnos a descubrir y disfrutar de un Cristo más humano.
Un Cristo más humano que es reproducido en sus
seguidores:
Jesús no es presentado sólo como objeto de
fe, ni siquiera sólo como objeto de esperanza de salvación, sino como persona
cuya realidad debe ser reproducida, de alguna manera, en la propia vida…(1999,
Págs.232)
Un Cristo más humano que revela el corazón de Dios:
Dios ama a los seres humanos y los ama a la
manera humana. (1999, Págs.266)
Un Cristo más humano que se vuelve real para las
víctimas:
…una Iglesia que no es pobre en tiempo de
pobreza, que no es perseguida en tiempo de persecución, que no es asesinada en
tiempos de asesinatos, que no se compromete en tiempo de compromiso y no anima
a él en tiempo de indiferencia, que no tiene esperanza en tiempo de esperanza y
no anima a ella en tiempo de desencanto, que no celebra cuando los pobres
celebran y no busca consolarlos en tiempo de desconsuelo, no es una Iglesia
«real». (1999, Pág.287)
Un Cristo más humano que conjuga el quehacer teológico
con la vida diaria:
La teología es algo que hacemos desde la fe y
la razón, la Palabra de Dios y las realidades humanas. Es una actitud, una
espiritualidad, una ética desde su manera de actuar, posicionarse en el mundo y
asumir la vida. (Manzo, 2103 pág. 15)
¿Estás listo para sumarte a la búsqueda de un Cristo más
humano?
[1]
Jon Sobrino, La Fe en Jesucristo, Madrid: Editorial
Trotta, 1999.
[2]
Justo Luis González, Historia del Cristianismo: obra completa,
Miami: Editorial Unilit, 1994; pág. 291.
[3]
Ver Mat. 6:5-13
[4]
Ver Ap. 21:4
[5] Ver Mt. 9:35-38
[6]
Para mayor información acerca
de la fundación en mención, se puede
visitar su cuenta de Facebook www.facebook.com/SamaritansPurse.
[7]
El periodista Philip Yancey junto al Dr.
Paul Brand, describe esta realidad en su libro “El don del dolor: Por qué sufrimos y qué debemos hacer con el
sufrimiento”.
[8]
David Platt, Radical: Volvamos a las raíces de la fe,
Miami: Editorial Unilit, 2011.
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