CRISTOLOGÍA LIBERADORA



CRISTOLOGÍA LIBERADORA

“Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”
Jn. 8:36
El Estado Ecuatoriano por décadas enteras luchó por conseguir su fin más preciado, su libertad (siglos XVIII y XIX) Muchos intentos fallidos se dieron, muchas muertes y mucha sangre fue derramada en la búsqueda de este anhelado tesoro nacional. Un 25 de junio de 1842, nació en Montecristi, un prócer de la libertad ecuatoriana. Con el nacimiento de Eloy Alfaro Delgado, nació la semilla de lo que más tarde sería conocido en el Ecuador como el movimiento liberal.
El padre, del mejor ecuatoriano de todos los tiempos, cuando este era apenas un pequeño y en vista de su  carácter impulsivo, dijo de él en cierta ocasión: “Va a tener un vida alborotada” (Diezcanseco, 2003 pág.24).
Don Manuel Alfaro tuvo mucha razón pues, su hijo debió enfrentar una vida alborotada (caracterizada por muchos sobresaltos, atentados y hasta naufragios). Fue su carácter impulsivo que le llevó en vida a sellar con hechos concretos, su declaración de la niñez: “Cuando yo sea grande, voy a pelear por la libertad.”
El General Eloy Alfaro no sólo que llegó a ser el fundador del movimiento montubio y que después sería el partido político liberal. Alfaro se convirtió en sinónimo de libertad para los ecuatorianos de todos los tiempos. Su ímpetu e interés por la libertad y soberanía de su país, le acompañaron aún hasta después de su encuentro con la fatídica hoguera bárbara.
La lucha y búsqueda de la libertad alfarista, tuvo varios frentes: la libertad educativa (se abrió la posibilidad para que  todos los ecuatorianos puedan emprender la vida académica, se liberó a la educación nacional del poder católico, se auspició a los mejores prospectos para que realicen estudios superiores en el extranjero), la libertad religiosa (se abrió el camino de la pluralidad religiosa para que otras perspectivas religiosas ingresen al Ecuador), la libertad de género (la mujer empezó a tener más oportunidades) y libertad cultural (nos enseñó que los ecuatorianos, sí podemos cumplir grandes metas, como la construcción de su obra, magna “el ferrocarril”).
¿Por qué un hombre común y corriente, a quien le fascinaba el café y que odiaba las cebollas, llegó a convertirse en el mejor ecuatoriano de todos los tiempos? Simplemente porque entendió que la libertad se gana, dejando de hablar un poco y decidiéndose a buscarla.
Tomando el consejo de Violeta Rocha, buscó en este trabajo, lograr un acercamiento desde la realidad de la libertad ecuatoriana, narrada por un escritor latino (Diezcanseco) y desde allí incursionar en la experiencia del Jesús histórico, quien así como Alfaro buscó la tan ansiada libertad del ser humano. Libertad que tiene que ver con la integralidad del ser humano.
En función de entender este tipo de acercamiento, es necesario, citar a Rocha:
Este artículo presenta una posibilidad de acercamiento entre Biblia y literatura latinoamericana, y a la vez busca mostrar la perspectiva sobre la interacción entre el relato y su lector/a como lugar de experiencia y de significación. (Rocha, pág. 18).
El acercamiento buscado en el presente ensayo, busca aterrizar no tanto en los textos bíblicos sino más bien en el concepto de cristología que hemos heredado y que hemos construido.
Propongo tres principios que nos ayudarán a sustentar una cristología liberadora: (1) Cristología Histórica, (2) Cristología Humana y (3) Cristología Hostil.
CRISTOLOGÍA HISTÓRICA
Muchas son las cosas e historias que escuchamos y que se nos enseñaron a lo largo de la vida cristiana. Se nos enseñó que las mujeres son creyentes de segunda clase; se nos enseñó que los niños no pueden hacer teología; se nos enseñó que las esposas maltratadas deben permanecer junto a sus verdugos; se nos enseñó que Europa contaba con mejores narradores de la teología; se nos enseñó que sólo desde nuestra realidad religiosa, Dios hablaba. Se nos enseñó esto y mucho más, desde la base bíblica; de que así Jesús lo había enseñado en cierta ocasión.
Nuestra América ha sufrido de mucho dolor y sufrimiento por buscar interpretar a Cristo y sus énfasis desde nuestra realidad y marco de referencia. Es hora de dejar de leer a Jesús desde la fe antropológica que hemos heredado y comenzar a leer y conocer a un Jesús más histórico.
Nos haría bien seguir el consejo de Juan Luis Segundo:
Debemos recuperar a Jesús de Nazaret de una teología esotérica,…para volverlo a lo que realmente fue, alguien significativamente presente en la memoria de la especie humana. (Segundo, 1990 pág. 37)
El mismo Segundo, cita a José Ramón Guerrero, para alentarnos a cumplir esta meta:
…muchos esfuerzos perdidos en ganar creyentes en Jesús se ahorrarían si intentáramos interesar a los hombres en lo que fue realmente original en la vida de Jesús: su fe, es decir, la fe de Jesús. (Segundo, 1990 pág. 105)
En el estudio de la cristología histórica se hace necesario el estudio de las características del Jesús histórico:
La reflexión teológica es necesaria e indispensable para ahondar en la fe cristiana, pero no podemos permitir que quede encerrada en conceptos y esquemas que van perdiendo su fuerza en la medida en que la experiencia humana va evolucionando. La vida concreta de Jesús es la que sacude el alma; sus palabras sencillas y penetrantes seducen. El Jesús narrado por los evangelistas es más vivo que el catecismo; su lenguaje, más claro y atractivo que el de los teólogos. Recuperar de la manera más viva posible a Jesús puede ser también hoy una «buena noticia» para creyentes y no creyentes…No basta confesar que Jesús es la encarnación de Dios si luego no nos preocupa saber cómo era, qué vivía o cómo actuaba ese hombre en el que Dios se ha encarnado. De poco sirve defender doctrinas sublimes sobre él si no caminamos tras sus pasos. Nada es más importante en la Iglesia que conocer, amar y seguir más fielmente a Jesucristo. Nada es más decisivo que volver a nacer de su Espíritu. (Pagola 2007 págs. 5-6)
Desde la base del estudio histórico de Pagola se describen tres  de varias características citadas:
El Jesús histórico tenía un grupo preferido de personas a quienes atendía:
…los enfermos que sufren sin esperanza, las gentes que desfallecen de hambre, los que caminan por la vida sin amor, hogar ni amistad; las mujeres maltratadas por sus esposos o compañeros, los que están condenados a pasar toda su vida en la cárcel, los que viven hundidos en su culpabilidad, las prostitutas esclavizadas por tantos intereses turbios, los niños que no conocen el cariño de sus padres, los olvidados o postergados por la Iglesia, los que mueren solos y son enterrados sin cruz ni oración alguna, los que son amados solo por Dios.
El Jesús histórico  se oponía al sistema social injusto de su época:
La actividad de Jesús en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del «reino de Dios» representaba una fuerte crítica a aquel estado de cosas. Su firme defensa de los indigentes y hambrientos, su acogida preferente a los últimos de aquella sociedad o su condena de la vida suntuosa de los ricos de las ciudades era un desafío público a aquel programa socio- político que impulsaba Antipas, favoreciendo los intereses de los más poderosos y hundiendo en la indigencia a los más débiles.
El Jesús histórico tenía prioridades totalmente diferentes a sus contemporáneos:
Si Jesús no convive con una mujer no es porque desprecie el sexo o minusvalore la familia. Es porque no se casa con nada ni con nadie que pueda distraerlo de su misión al servicio del reino. No abraza a una esposa, pero se deja abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino, después de recuperar junto a él su dignidad. No besa a unos hijos propios, pero abraza y bendice a los niños que se le acercan, pues los ve corno «parábola viviente» de cómo hay que acoger a Dios. No crea una familia propia, pero se esfuerza por suscitar una familia más universal, compuesta por hombres y mujeres que hagan la voluntad de Dios.
¡Si somos capaces, de vivir bajo una cristología histórica, verdaderamente seremos liberados por el Hijo!
CRISTOLOGÍA HUMANA
El estudio de la Cristología ha sido un tema que ha pasado por toda clase de conclaves y debates. Varios concilios de la Iglesia han intentado conceptualizar a Jesús. En estos se han buscado explicar el carácter, la naturaleza, el oficio, entre otros elementos cristológicos. La lucha ha sido en ciertas épocas más agresiva que en otras.
En esta tarea se ha excomulgado a ciertos personajes y a otros se los ha declaro herejes. Unos han vencido, extendiendo por los siglos de cristianismo, su fe antropológica; otros en cambio, han pasado a la historia como exponentes de una fe distorsionada.
¿Será que Cristo pensó en estos dilemas y conflictos? cuando dijo “…En este mundo afrontarán aflicciones,…” Jn. 16:33
En este mundo a diario los seres humanos enfrentamos suficientes conflictos y aflicciones, como para que a estos agreguemos dolor por la defensa de esquemas y presuposiones teológicas. El concilio de Calcedonia dio un gran paso en su explicación de la humanidad de Jesús; pero allí mismo surgió un tema nuevo para aquellos días y que actualmente surge como prioridad de estudio y aplicación: “La relación de lo humano y lo divino”.
¿Cómo ese Jesús que se discute en los concilios es más humano? ¿Cómo la humanidad de Jesús y su divinidad hallan cabida en un mundo en permanente conflicto? ¿Cómo la cristología deja de ser un concepto acerca de Cristo y se convierte en una realidad más humana?
¿Cómo será esto posible? A través de un Cristo más humano, un Cristo que:
Instaurare su Reino, desde ahora y para siempre.
Podemos hacer que el Reino de Dios sea una realidad, secando las lágrimas de aquellos que sufren en la sala de un hospital. Podemos hacer que el Reino de Dios sea una realidad, asistiendo al que duerme en el portón de una de nuestras urbes. Podemos hacer que el Reino de sea una realidad, gastando menos para dar más. (Zambrano, 2105)
Sea sensible al dolor de nuestras sociedades.
Un Cristo más humano es posible, al observar lo que fundaciones como Samaritans Purse, realizan a nivel mundial. Los voluntarios de esta agrupación cristiana nos muestran que se es  posible ser sensible/humano ante el dolor de los refugiados sirios o ante la sequía que enfrentan en Sudán. (Zambrano, 2105)
Un Cristo que vive una contracultura.
Dios se pone a vivir a la manera humana, para que el hombre aprendiera a vivir de manera divina. Dios se pone al nivel del hombre, para que el hombre pudiera ponerse al nivel de Dios. (Sobrino, 1999 pág. 279)
Es real y posible de disfrutar, más allá de las fronteras geográficas.
“Más bien la afirmación de fe de que Jesús encarna el pacto defensor entre Yahvé y los oprimidos constituye una cristología que puede traducirse en una praxis en Asia, y de hecho también en cualquier otra parte del mundo. Tan sólo esta praxis convierte al cristianismo en una religión universal” (Pieris, 1999 págs. 226-227)
¡Si somos capaces, de vivir bajo una cristología más humana, verdaderamente seremos liberados por el Hijo!
CRISTOLOGÍA HOSTIL
En el estudio de la cristología, nos encontramos con una ambivalencia. Por un lado se nos enseña que debemos ser “pacificadores”, que debemos amar y fomentar la paz; por otro lado de nos llama a servir y amar a nuestro prójimo, y el luchar por su libertad y justicia es parte de este imperativo.
¿Cómo debemos reaccionar cuando la vida de un ser humano está por correr peligro? ¿Dejamos que muera a manos del opresor por mostrar nuestro carácter pacificador o luchamos por su libertad, entrando en conflicto con la parte agresora?
¿Cómo debemos reaccionar cuando somos conscientes de sistemas de gobiernos autoritativos? ¿Qué hacemos como Iglesia, nos levantamos a protestar en defensa de nuestra soberanía o dejamos que este cumpla sus propósitos, en busca de la tan anhelada paz?
Estas son preguntas que resulta después de descubrir una cristología más histórica y más humana. El resultado siempre será una cristología hostil, una cristología que está dispuesta a incomodarse  y a enfrentar conflictos internos y externos, en defensa de  la libertad humana.
La cristología hostil, nos invita a defender la inclusión, como elemento vinculante en torno a Jesús:
En el reino de Dios no es posible reproducir las relaciones patriarcales. Todos han de sentarse en corro en torno a Jesús, renunciando al poder y dominio sobre los demás para vivir al servicio de los más débiles e indefensos. (Pagola, 2007 pág. 221)
La cristología hostil, nos invita a pasar de la concepción de Dios a su proclamación entre los oprimidos:
Las reflexiones de la teología de la liberación ya no están impulsadas por la duda moderna acerca de la existencia de Dios, sino que son movidas por la pregunta acerca de qué clase de Dios proclaman los cristianos en un mundo de opresión. (Fiorenza, 2000 pág.93)
La cristología hostil, nos invita a dejar de esclavizar a nuestros semejantes bajo nuestros esquemas teológicos:
…mi percepción de lo “objetivo”. Designa, por así decirlo, el sistema de lo que percibo—en mi búsqueda de valores—como constituyendo “lo real”, la realidad. Toda técnica, todo método, toda ciencia, todo lo que pretende tener eficacia, dominar los hechos, forma parte de una experiencia objetiva, de un sistema que, por precarios que sean mis conocimientos, creo haber aprendido como real. Como lo que “es” por oposición a lo que, según mis opiniones, “debería ser”.  (Segundo, 1990 pág. 28)
¡Si somos capaces, de vivir bajo una cristología hostil, verdaderamente seremos liberados por el Hijo!
Finalmente vale citar un pensamiento de Fraijó que respalda el objetivo de la cristología liberadora, propuesta en este espacio de reflexión teológica:
Una teología que no parta de los pobres, de su odisea personal, de sus humillaciones, de su grito de protesta, de su existencia marginada, no merecerá tal nombre y, por supuesto no podrá llamarse cristiana. (Fraijó, 1985 pág. 43)
Alexander Zambrano Macías
Portoviejo, 2015-11-10
00:27



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